viernes, 13 de marzo de 2009

¡ABRAN LAS FOSAS!

Por Miguel A. Jaimes N.
El Caracazo suena como a Venezolanazo, fue todo un país lleno de protestas donde se opusieron los más diversos sectores, quienes veían como al pueblo se les negaban migajas y por otra parte se despedazaba en toletes los recursos de la nación.

Hemos vivido durante más de 7 mil 300 días con sus noches, junto al cambio de más de 960 lunas, cientos de horas, aguaceros, sequías, incendios de sabanas. Juntos, miles de muertos esperando que se haga al fin la justicia que les permita descansar las sombras que martirizan cada instante el recuerdo de sus seres queridos.

Las almas que aún resuenan el año 1989 no son más que la suma de la añagaza de los cientos de venezolanos víctimas injustamente desde el inicio del Pacto de Punto Fijo y que hoy, todavía malamente sucumben. Podríamos nombrarla como una especie de “cultura” a la muerte, impulsada por la “impunidad”.

Aquí se aniquilaron de todas las formas a miles de ciudadanos, hasta muchos provenientes de otros países. Este “espejismo de la muerte” se sigue extendiendo como una de las causas del “Libertinaje” de la injusticia.
Esta negra historia viene con sus antecedentes desde la negación de adoptar nuevas formas de dirimir las diferencias. En Venezuela se asesina a cada rato y por múltiples causas, pero los muertos le suenan mayormente al Estado, por ser éste el único responsable de cuidar la vida de sus conciudadanos.
Los ejemplos de gobiernos pasados que actuaron contra sus nacionales han llevado a abrir las fosas en Argentina y Chile. La presión de familiares, luchadores y amigos que reclamaron a los gobiernos de la “Democracia” se hiciera justicia por los asesinatos y desapariciones de sus recientes pasadas dictaduras militares.

Igual ejemplo siguió el PSOE de España, quien mediante ley estableció se sepa la verdad de los 40 años de dictadura franquista, ya que durante los períodos del Partido Popular, cuyos orígenes se identifican con el franquismo, siempre ocultaron la verdad al mundo y de quienes aún viven el recuerdo de sus familiares desaparecidos, encarcelados y muertos.

España y el mundo todavía no saben dónde esta el cuerpo del poeta Miguel Hernández, torturado, asesinado y desaparecido por la dictadura de Franco. Escritor del célebre poema “Las Nanas de la Cebolla”. Hoy se abren los expedientes para saber la verdad, dónde se encuentran los restos de este importante escritor, quien le escribió al mundo un legado de poesía que va desde lo sublime a la rebeldía.

Tamaña madurez y responsabilidad política la asumida por los actuales gobiernos y sus partidos políticos de Argentina, Chile y España, poder tomar la dimensión y compromiso ante sus países de lo que aconteció en sus naciones cuando por Golpes de Estado y magnicidios los militares de entonces agredieron el poder de las instituciones y de sus constituciones, asesinando y encarcelando presidentes, ministros, seguidores, torturando, desapareciendo y encerrando a quienes formaban parte de sus gobiernos recién derrotados.

Entonces, Venezuela pregunta desde 1989 ¿dónde están? Juan, Andrés, Marcos, María, Jimena, Linda, Pablo, Enrique, la Sra. Julia, Roberta, el Sr. Javier, Francisco, los abuelos Colmenares, los Rivas, los niños Camilito, Ernestico, Juancito, Carlitos. Todos, todos, Sr. Presidente Hugo Chávez, ahora empezarán a descansar en paz a partir de su anuncio de investigar dónde están sus cadáveres que aún no tienen nombre en fosas comunes que gritan se castigue a los culpables de esos horrendos crímenes.

La Peste, santuario del terror y del olvido pide en lamentos que saquen y sean identificados los cientos de victimas lanzadas en la horrorosa pavura de aquellos días, donde impero la venganza contra un pueblo hambriento y que a su vez, se castiguen a los culpables que echaron cientos de cadáveres de inocentes.

En las calles andan aun los homicidas, es muy fresco el tiempo en que cometieron sus crímenes, estos mismos fueron los criminales de cientos de guerrilleros en la aún fresca lucha armada de nuestro país.

Sr. Presidente, recuerde el asesinato de uno de los comandantes del 4 de Febrero, herido en el piso del Palacio de Miraflores y ajusticiado por una funcionaria de la DISIP. Aún en las rejas del Palacio Blanco están los fuertes roces de las balas deteniendo el asalto liberador de aquel día.

Por todo esto y aún más, no tan solo ¡Abran las Fosas! de Febrero, abran las fosas de los asesinatos de Cantaura, del Cerro Bachiller, Yumare, El Amparo. Destapen las pistas de aterrizaje que asfaltaron en Yaracuy y otros Estados después que se cansaron de lanzar guerrilleros torturados desde lo alto de helicópteros. Abran los expedientes de estudiantes asesinados que combatieron contra los gobiernos de la Cuarta República.

Aún Mérida y el movimiento estudiantil de la Universidad de Los Andes, piden justicia por el fusilamiento del dirigente estudiantil Domingo Salazar Rojas el 18 de Noviembre 1978, ejecutado a un lado del Centro de Estudiantes de la Facultad de Medicina. Igual destino trágico corrieron los estudiantes Rosas Piña, José Uribe, Manuel Quiroz, Carlos Bello, varios de ellos lanzados por los Cazadores a un barranco de más de 200 metros de alto. Pintados sus rostros en las paredes de dicha facultad aún gritan a todos se haga justicia. Fresco aún está el cuerpo del compañero estudiante de Ingeniería Forestal y miembro del grupo de rescate, Magdiel Páez, asesinado con las manos del Cabo II Jhony Vera, con los proyectiles de una UZI, una madrugada de protestas por la muerte del estudiante Ramón Darío Cadenas del núcleo Trujillo de dicha universidad.

Así, de esta manera dialogaban los gobiernos de entonces, asesinando, persiguiendo y torturando a cientos de luchadores.

La Ucevista Yulimar Reyes baleada hasta morir después de haber dado declaraciones a la televisión manifestando el apoyo del movimiento estudiantil a las protestas de Febrero. Los acribillados en las Escaleras de Mezuca, sitio que debiera ser declarado primer Campo Santo del mundo en unas escalinatas de quienes ya llegando a las puertas de sus casas con lo que sus manos les daba para cargar caían abatidos por ráfagas de fusiles.

Los balazos aún incrustados en el Bloque 19 del 23 de Enero, recuerdan los hoyos dejados en los edificios cercanos al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile cuando realizaron el magnicidio contra el Compañero Salvador Allende. En Venezuela se asesino de la misma manera que lo hacían los dictadores de Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Argentina y Chile, como tantos otros países que para esos años estaban en manos de tiranos.

En febrero del 89 se asesino a quien llevaba una margarina, un pedazo de carne, un paquete de arroz, un pan en sus manos, un microondas, una silla, un pedazo de cualquier cosa o un televisor.

Sin duda, después del Febrero aquel que permaneció de luto por tantos años, llegó un Febrero Rebelde y este otro que recién finaliza, que reclama decididamente justicia, el mundo debe saber los nombres de policías, militares, Guardias Nacionales y hasta Fiscales de Transito, quienes empuñaron las Armas de la República contra un indefenso y desesperado pueblo.

Repitiéndose los mismos actos en el resto del país contra desamparados habitantes, los cuales fueron encarcelados, enviados a tribunales militares, torturados, golpeados, amenazados, sin comida, baño o agua. Sin duda somos otra Venezuela después del triste Febrero de 1989.

Adelante Comandante, siga el ejemplo de muchos países que hoy encarcelan a sus peores esbirros, asesinos. No habrá democracia sincera mientras estos culpables, quienes desaparecieron a cientos de luchadores caminen por nuestras calles como si nada hubiese pasado. Todavía quedan por abrir cientos de expedientes archivados en la Fiscalía General de la República. Aún recorren el país los homicidas de nuestros hermanos y hermanas, uno de los responsables es el General Asesino, Ytalo del Valle Alliegro a quien debe detenerse y enjuiciarlo junto a todo el alto militar del gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Igualmente el ex gobernar de Caracas y hoy Alcalde Mayor de esa ciudad quien dio órdenes a la Policía Metropolitana de asesinar inmisericordemente. Nadie descansará moralmente, nadie en esta nación dejará de recordar con tristeza y rabia lo vivido hasta que no se haga verdadera justicia. Nadie debe dejar de señalar a los responsables.

Para finalizar debo tararear al maestro Ghandi quien dejándonos su legado nos dijo: Lo más terrible de las cosas malas es el silencio de los buenos.

Entonces, hagamos justicia y no tendremos otro Marzo Merideño, aquel del 13 de Marzo de 1987, ni otro Febrero de 1989.

Estamos a punto de ver justicia, se abriga un nuevo espacio en el sistema de igualdad en nuestro país.

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