Lo conocí en mi época de estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Los Andes-Táchira, en tiempos cuando emprendía la elaboración de mi tesis de grado "Proyecto de un Ombudsman o Defensor de lector para un periódico del estado Táchira", la cual realicé junto con el colega Víctor Arocka. Me extraño, es la manera como el Diario El Colombiano de la ciudad de Medellín, lo despiden, empleando el pretexto de "reorganización".
Sus columnas fueron para muchos de nosotros, un verdadero libro abierto en el trajinar del periodismo. Excelente espacio de articulación y de participación, entre los lectores y el medio de comunicación.
Esperamos que no tomé vacaciones, lo espeamos, en un portal en internet.Publicó a continuación la última columna publicada en el Diario El Colombiano, el pasado fín de semana.
Despedido de El Colombiano "por reorganización de nuestras páginas de opinión", no puedo salir por la puerta de atrás y en silencio. Mi deber es agradecer en primer lugar a los lectores que fueron estímulo y razón de ser de esta columna con sus asentimientos y disentimientos, con sus propuestas y sus comentarios. Después de 17 años los echaré de menos.
También debo agradecimiento a las directivas del periódico que me brindaron su hospitalidad durante todo este tiempo en que pusieron a prueba su tolerancia y su paciencia.
Estas directivas, los lectores y yo, sabemos que es un derecho del periódico escoger su nómina de columnistas y que después de tantos años de ocupar el mismo espacio puede suceder, o que el inquilino llegue a ser de la casa, y hablar, pensar y actuar como los de casa. O que resulte un huésped incómodo, de esos cuya salida se contempla periódicamente. Fue mi caso y por eso veo innecesaria la mentira piadosa y protocolaria de "la reorganización de nuestras páginas". Todos sabemos que mi visión de los hechos políticos no fue la de casa y por eso se suspende esta columna.
Debía esta explicación a los lectores y al periódico; pero esta puerta cerrada no merma mi agradecimiento ni mi afecto.
Sus columnas fueron para muchos de nosotros, un verdadero libro abierto en el trajinar del periodismo. Excelente espacio de articulación y de participación, entre los lectores y el medio de comunicación.
Esperamos que no tomé vacaciones, lo espeamos, en un portal en internet.Publicó a continuación la última columna publicada en el Diario El Colombiano, el pasado fín de semana.
Despedido de El Colombiano "por reorganización de nuestras páginas de opinión", no puedo salir por la puerta de atrás y en silencio. Mi deber es agradecer en primer lugar a los lectores que fueron estímulo y razón de ser de esta columna con sus asentimientos y disentimientos, con sus propuestas y sus comentarios. Después de 17 años los echaré de menos.
También debo agradecimiento a las directivas del periódico que me brindaron su hospitalidad durante todo este tiempo en que pusieron a prueba su tolerancia y su paciencia.
Estas directivas, los lectores y yo, sabemos que es un derecho del periódico escoger su nómina de columnistas y que después de tantos años de ocupar el mismo espacio puede suceder, o que el inquilino llegue a ser de la casa, y hablar, pensar y actuar como los de casa. O que resulte un huésped incómodo, de esos cuya salida se contempla periódicamente. Fue mi caso y por eso veo innecesaria la mentira piadosa y protocolaria de "la reorganización de nuestras páginas". Todos sabemos que mi visión de los hechos políticos no fue la de casa y por eso se suspende esta columna.
Debía esta explicación a los lectores y al periódico; pero esta puerta cerrada no merma mi agradecimiento ni mi afecto.
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