Fuente:
Diario La Opinión/Cucutá-Colombia
El primero de enero de 2007, en Gaza, en los territorios palestinos, el periodista peruano Jaime Razuri de la Agencia Francesa de Prensa, fue secuestrado por un grupo fundamentalista.
Coincidentemente, a miles de kilómetros de la tierra de Jaser Arafat, el reportero gráfico se encuentra en el aeropuerto Buenaventura Vivas.
Llegó con la lente lista para captar al pequeño Emmanuel, su madre Clara Rojas y a la ex congresista Consuelo viuda de Perdomo, a quienes las FARC prometieron entregar a una comisión internacional.
Después de despachar por Internet varias fotos de los dos helicópteros Bell que salieron hacia Villavicencio, para unirse a la caravana aérea, el comunicador limeño contó su amarga experiencia.
EL CAUTIVERIO
La AFP le ordenó irse a cubrir los enfrentamientos entre los dos movimientos políticos de Palestina, como son Hamas y Al Fata.
La llegada de este hombre de mediana estatura, cabello cano y soltero, a Gaza, coincidió con la conmemoración de la oferta de Abraham a Dios para sacrificar a su hijo, una de las más importantes del mundo musulmán.
Las ametralladoras no sonaban al arribo de Razuri. Se registraba una especie de tregua no declarada, luego de fieros enfrentamientos previos.
El día de Año Nuevo para el mundo occidental, que en el Medio Oriente no tiene el mismo significado, Jaime se fue a buscar las fotos que ilustraran el ambiente en la Franja de Gaza, con respecto a la ejecución del ex presidente de Iraq, Sadam Hussein, ocurrida el 30 de diciembre.
Al captar lo ocurrido, se devolvió para la oficina acompañado por el traductor y un chofer. En ese trayecto aparecieron cuatro hombres armados. El objetivo de la operación del comando fue secuestrar a Jaime Razuri.
Seis días estuvo en poder de los captores. Lo llevaron primero a una casa y luego lo pasaron al apartamento de un edificio.Después del traslado no volvió a ver a quienes lo retuvieron. Lo confinaron en la habitación con un colchón, una almohada y abrigo para el frío que golpea en esta época del año, y alimentación.
“El trato fue minimamente decente en la medida que se habla de un secuestro, que no es estar en un hotel cinco estrellas. No hubo maltrato ni tortura sicológica ni física. Podía ver la luz del día. Tenia servicios higiénicos mínimos”, relató.
Llegó para ver a EmmanuelPero dejemos que sea él quien exponga el sentimiento que le embarga a quien sufrió en su piel las laceraciones del secuestro y ahora llegar a ser testigo de un hecho histórico como el que se prepara par recibir a tres plagiados de las FARC. Esta es su exposición en primera persona.
Para mi es paradójico. Más o menos por esta misma fecha fue que me secuestraron. Llegué aquí al estado Táchira (Venezuela) el 20 de diciembre. Yo salí de Lima (Perú) con rumbo a Palestina el 19 de diciembre del año pasado. Prácticamente son las mismas fechas.
Estoy cerrando un círculo vivencial. Es una manera de retribuir un poco lo que hicieron los periodistas durante mi secuestro. En Latinoamérica, en Palestina y en Francia se alzaron voces que contribuyeron a salir de ese infierno.
Me parece superinteresante fotografiar a un niño que ha nacido en cautiverio. No conozco caso alguno en el mundo de un niño así.
Emmanuel, quien vivió en la selva y en el monte, va a pasar a ver el asfalto. Conocerá un avión, un helicóptero y a personas distintas a los guerrilleros.
Es una foto única. Y bueno, la emoción de reconocer a la gente cuando se reúne es importante. Quiero ser testigo de lo mismo que viví cuando me reuní con mi familia, luego de ser liberado. Eso es recuperar un poco la vida y salir de la cercanía con la muerte. Estar secuestrado es estar privado de disfrutar del derecho a la vida. Eso es muy intenso.
Jaime Razuri desde hace 14 años es reportero grafico de la AFP. Ha estado en Palestina, Iraq y en Haití, territorio donde se han desatado conflictos sociales con alta dosis de violencia.
El trabajo con las cámaras y rollos lo inicio con un bautizo de fuego durante la sangrienta época de los grupos guerrilleros venezolanos Sendero Luminoso y Tupac Amaru.
El trabajo con las cámaras y rollos lo inicio con un bautizo de fuego durante la sangrienta época de los grupos guerrilleros venezolanos Sendero Luminoso y Tupac Amaru.
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