martes, 10 de agosto de 2010

La Guerra mediática: "Los guardianes de Chávez": el periodismo sin pruebas desde España con ayuda de Televen y CNN

Ha iniciado una nueva oleada internacional de ataque mediático en contra de la Revolución Bolivariana y el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, a quien incansablemente se le tilda de dictador, desconociendo que el proceso de cambios que comanda ha sido ratificado en más de 10 eventos electorales en los últimos 10 años con un promedio de aproximadamente el 60% de aceptación. 

En esta ocasión, la televisora estadounidense CNN en español, de la mano con medios regionales de distintos países y artistas como Alejandro Sanz, que claramente detestan el éxito y permanencia de este Gobierno, promueven un reportaje realizado por los canales televisivos Cuatro y CNN Plus, pertenecientes al Grupo Prisa, denominado "Los guardianes de Chávez" en el cual se manejan matrices de opinión no verificadas. 

Las acusaciones que se hacen en el reportaje se analizan a continuación en un video publicado por cubainformación.tv y el texto desarrollado por elpueblosoberano.net:

Acusación nº 1: ¿conexión Chávez-ETA-FARC?


Los canales televisivos Cuatro y CNN Plus, pertenecientes al Grupo Prisa, emitieron a comienzos de junio el reportaje titulado “Los guardianes de Chávez” (1). Un producto televisivo en línea con los ataques internacionales a la revolución bolivariana que lidera el presidente venezolano Hugo Chávez.

El objetivo del programa es evidente: culpabilizar al gobierno de Venezuela de la existencia de factores de violencia, tanto política como social, en el país. Con la versión única de la oposición venezolana, el programa es un ejemplo de periodismo sensacionalista cuyo trabajo de producción y selección de entrevistas fue realizado por un equipo del conocido canal antichavista Televen.

El programa, dirigido por Jon Sistiaga y con guión y conducción de David Beriain, viaja a Venezuela con un objetivo premeditado: mostrar la vinculación del gobierno venezolano con la organización vasca ETA y con la guerrilla colombiana de las FARC, siguiendo la línea acusatoria de un auto del Juez de la Audiencia Nacional española Eloy Velasco (2).

El auto de este juez, cercano al Partido Popular, ha sido la base de una gran campaña de la derecha española contra el gobierno de Venezuela y, por extensión, contra la política de normalidad diplomática entre España y Venezuela.

El juez Eloy Velasco basa su acusación de una supuesta relación entre ETA, las FARC y el gobierno de Chávez en documentos aportados por el gobierno de Colombia, encontrados supuestamente en el ordenador de Raúl Reyes, dirigente de las FARC que fue abatido por el ejército colombiano en 2008. Numerosas organizaciones internacionales han denunciado la “fabricación” de estos documentos por parte del ejecutivo de Colombia. Éste ha utilizado el ordenador de Reyes en sus acusaciones no solo contra el gobierno de Venezuela, sino también contra el de Ecuador, contra mediadores humanitarios internacionales, y contra diversos periodistas y políticos colombianos (3).

Algo que este programa y el conjunto de medios españoles han censurado es el hecho de que en 2000, cuando el juez Eloy Velasco era Director General de Justicia en el gobierno autónomo valenciano, su entonces presidente Eduardo Zaplana recibió oficialmente a una delegación de las FARC, la guerrilla colombiana (4).

Como era evidente, el video no consigue prueba ni testimonio alguno de la supuesta relación entre el gobierno venezolano y las FARC, algo que debe reconocer el periodista David Beriain en la tertulia posterior al video: “Yo no les visto (a la guerrilla de las FARC en territorio de Venezuela), (pero) la gente habla…”

La segunda base de la acusación del juez español es la presencia de antiguos militantes de ETA ¡desde hace cerca de 30 años! en Venezuela. A uno de ellos, Arturo Cubillas, el video le atribuye la supuesta jefatura de la organización en el país.

Hay que recordar que Arturo Cubillas vive en Venezuela desde hace 21 años, es decir, 10 años antes del primer gobierno de Chávez, gracias a los acuerdos entre el gobierno de Felipe González y del entonces presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez para la acogida de ex miembros de ETA (5). Este detalle, esencial para la comprensión de la información, es “olvidado” deliberadamente por el periodista. Y es que los canales Cuatro y CNN Plus lanzarían piedras sobre su propio tejado si apuntaran a Felipe González, padre político del Grupo Prisa, como responsable de la presencia en Venezuela del que califican como “jefe de ETA” en este país.

Para tratar de probar la conexiones entre ETA, las FARC y el chavismo, el programa viaja al 23 de Enero, una barriada popular muy ligada al proceso bolivariano y cuya Coordinadora Simón Bolivar ha establecido relaciones políticas con grupos de la izquierda independentista vasca. Prueba de su claro objetivo premeditado es la insistencia ansiosa del periodista por conseguir alguna declaración en favor de ETA por parte del representante de este colectivo. Primero le pregunta: “¿Vosotros apoyáis la causa de ETA?” Y más tarde: “Te voy a hacer una pregunta directa: ¿vosotros apoyais la lucha armada de ETA?”

A pesar de su insistencia, el reportero no consigue del entrevistado ninguna declaración de apoyo a ETA que, en cualquier caso, no sería la de un representante gubernamental, sino la opinión de un militante social: “Nosotros no estamos hablando de ETA, estamos hablando de la lucha independentista (vasca)”, le responde.
La primera acusación del programa contra el gobierno de Hugo Chávez, la supuesta vinculación del gobierno venezolano con las FARC y ETA, se queda en nada. A lo sumo, el reportaje demuestra que en Venezuela ya hay canciones de salsa dedicadas a Euskal Herria, al País Vasco.

Acusación nº 2: ¿grupos armados irregulares apoyados por el gobierno?


La segunda acusación del reportaje “Los guardianes de Chávez”, emitido por el grupo español Prisa a través de sus canales Cuatro y CNN Plus, es la supuesta conexión entre el gobierno de Hugo Chávez y grupos armados irregulares venezolanos de ideología bolivariana.

Las acusaciones son directas: “¿Por qué permite Chávez estos grupos chavistas que se están armando?”, pregunta el director Jon Sistiaga. “Para Chávez son un as en la manga por si las cosas se ponen feas”, afirma David Beriain en el off del video. “En términos de surrealismo político es lo máximo: un estado que permite una guerrilla dentro de su estado porque es de los suyos”, sentencia el director.

Todo ello, a pesar de que el reportero David Beriain reconoce en varias ocasiones que los grupos a los que entrevista están desarmados: “(Los miembros del colectivo Alexis Vive) no llevan armas. Saben que darían argumentos a la oposición que les ve como el brazo paramilitar de Chávez”. (…) “Continuamos buscando. 

No puede ser que todos nos hablen de los grupos armados del 23 de Enero y no veamos ni una sola pistola”.

Aunque, ante tal absoluta falta de pruebas, siempre es imprescindible sembrar la duda: “Veo pinganillos y radios. Y bultos bajo la ropa que insinuan algo más”.

Admitiendo que todos los colectivos chavistas entrevistados estuviesen armados, estaríamos hablando de tres grupos muy determinados y compuestos por un pequeño grupo de personas. El programa ignora a la masa de militancia de los movimientos sociales y partidos políticos, absolutamente desarmados, que apoyan al presidente Chávez. Solo el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), principal de estas fuerzas, supera los 6 millones de militantes (6).

En línea con la acusación de connivencia del gobierno con grupos armados irregulares, el periodista afirma que el presidente Chávez los califica como “pueblo en armas”. Esto es una clara tergiversación. La conocida expresión del presidente Chávez “un pueblo en armas” se refiere a la milicia popular, reserva del ejército compuesta por civiles, y en absoluto a los grupos armados irregulares (7).

El presidente Chávez ha manifestado públicamente, en varias ocasiones, su oposición a la actividad de estos grupos. Ninguna de estas intervenciones, relevantes para comprender la información, aparece en el reportaje: “No podemos permitir que haya grupos autodenominados revolucionarios con esas actitudes criminales”, afirmó en una ocasión (8).

El programa hace una insistente y macabra comparación de estos supuestos grupos armados chavistas con los paramilitares colombianos, quienes –recordemos- tienen un saldo de al menos 30.000 asesinatos (9). 

Para ello, el programa da espacio exclusivo a representantes de la oposición venezolana. Es el caso del ex director y co propietario del canal privado Globovisión: “El presidente Chávez se queja mucho de los paramilitares colombianos y sin embargo en Venezuela existen. Si vas al 23 de Enero puedes entrevistar a cualquiera de los colectivos”.

Uno de los periodistas del canal Televen que –recordemos- colabora en la producción del programa, reitera el término “paramilitares” para referirse a los citados grupos bolivarianos: “Los grupos radicales dentro de la estructura opositora son mínimos, y no están armados. Armados están los grupos paramilitares, los grupos paralelos, los colectivos. Vds. han trabajado eso durante esta visita. Eso sí es grave”.

El candidato opositor Carlos Melo realiza esta gravísima acusación contra el ex alcalde del Municipio Libertador de Caracas, el chavista Freddy Bernal, quien –recordemos- le venció en las elecciones de 2004 con el 73% de los votos: “El reparto de armas fue notorio. Fue cuando el alcalde Bernal repartió –es público y notorio- armas a sus grupos paramilitares”.

Esta acusación pública sin pruebas sería un claro delito, por ejemplo, en numerosos países de Europa.

El nivel de sensacionalismo del programa crece al mencionar a las Fuerzas Bolivarianas de Libración, la supuesta “guerrilla chavista”: “Las F.B.L. son importantes para esta historia de la Venezuela armada porque son el más poderoso de todos los grupos. (…) Nos vamos para la frontera con Colombia. Nos han dicho que hay combates allí”, narra David Beriain.

El reportero viaja a la frontera con Colombia en compañía de una periodista de otro medio antichavista, el semanario Quinto Día. Nos aseguran que han llegado a hablar con un guerrillero, pero que éste les ha impedido grabar.

En el montaje de video, se introduce una imagen que simula ser la retirada de la cámara en el momento de hablar con la guerrilla. Pero, si congelamos la imagen, descubrimos la trampa: los guerrilleros son… campesinos con cajas.

Sin una sola imagen de la guerrilla, el periodista contruye toda una película de suspense: “La charla con Sebastiana (Barráez, periodista de Quinto Día) nos va dibujando un panorama volcánico con guerrillas venezolanas, colombianas y grupos paramilitares de extrema derecha, peleando todos por el territorio”.

A falta de imágenes o testimonios, la tesis preconcebida del periodista solo puede ser apoyada en la interpretación forzada de las palabras de un líder campesino chavista. “¿Hay guerrilla en esta zona?”, le pregunta David Beriain. “En esta zona de frontera cualquier pasa, va y viene, pero no hay una presencia marcada como tal (de la guerrilla), como sí sucede con el paramilitarismo”, responde el líder campesino. “Es decir, que para él hay guerrilla, pero el problema son los del bando contrario, los paramilitares”, interpreta el periodista.

Pero, a pesar de no contar con prueba ni testimonio alguno, el periodista de Prisa se lanza a asegurar que la supuesta “guerrilla” de las FBL controla zonas enteras del país.

Finalmente, tras haber preguntado a numerosas personas y no haber conseguido nada, el reportero justifica su retirada del lugar para salvaguardar la seguridad de las personas entrevistadas: “Está claro que en Guasdualito no vamos a conseguir nada más, a lo sumo complicarle la vida a la gente con la que intentamos hablar”.

A falta de la más mínima prueba periodística, el guión del reportaje insiste una y otra vez en elementos subjetivos, indemostrables, como la sensación de miedo. “Hay una sensación de que gobierno y guerrilla son dos partes del mismo poder, y de que lo controlan todo. Hay una sensación de miedo. (…) Nuestras cámaras espantan a todo quien tiene algo que contar. Hemos venido aquí a ver qué nos encontrábamos, y nos hemos encontrado la ley del silencio”.

La insistencia en la sensación de miedo roza el ridículo cuando el reportero entrevista a un cura jesuita. Éste acusa abiertamente al gobierno de connivencia con el citado grupo irregular: “Pienso que aquí la guerrilla bolivariana tiene mucha fuerza, en el sentido de que está en las instancias gubernamentales”.

Sin embargo, y a pesar de la claridad de sus palabras, el periodista insiste en que el sacerdote no es más claro porque tiene miedo: “El párroco habla, pero mide cada una de sus palabras con el cuidado de quien camina por territorio minado”.

Es curioso que el programa magnifique la acción de unos grupos de escasa actividad armada, y no diga nada, por ejemplo, de los más de 200 dirigentes sindicales asesinados en Venezuela por sicarios contratados por patronal y terratenientes, tal como denuncian organizaciones de derechos humanos como Provea (10). Para el programa todo esto son “rumores”: “Pero también hay rumores de la existencia de grupos armados de oposición”, dice Beriain en la única referencia en todo el programa.

Tampoco se hace mención alguna, en el programa, al golpe de estado fallido contra Chávez en 2002, en el que participaron directamente varias de las personas entrevistadas en el video, como el actual alcalde de Caracas Alberto Ledezma, o el copropietario de Globovisión Federico Ravell.

La mención del golpe de estado y de la estrategia de violencia permanente por parte de los sectores de poder económico, político y mediático de Venezuela es esencial para explicar a la audiencia cuál es el contexto en que se desarrolla la polarización social y también cuál es el argumento esgrimido por los citados grupos para mantenerse armados aun apoyando al gobierno.

Acusación nº 3: ¿el gobierno está entregando armas a la población?


Entre otras acusaciones, el reportaje de Cuatro y CNN Plus “Los guardianes de Chávez” sostiene que el gobierno venezolano está armando a la población, a través de las milicias populares, formadas por civiles voluntarios que son el equivalente a la reserva nacional de tantos países.

El director Jon Sistiaga sentencia de una manera categórica que el gobierno está entregando armas a la población: “Desde el gobierno se impulsa la creación de milias populares, a las que se reparte munición y kalashnikovs”.

En el mismo sentido, uno de los contertulios llega a afirmar que el gobierno está armando al estudiantado chavista: “Cuando tengo universitarios disidentes que están en contra del régimen, lo que hago es dar armas a los universitarios partidarios, para que se peleen entre ellos. Lógicamente, el universitario disidente lo que hace es salir por patas. Lo que nos vas a hacer es enfrentarte ideológicamente con una persona que está armada”.

Estas afirmaciones son absolutamente falsas. El Ejército venezolano entrena a la milicia popular, pero jamás ha entregado armas a la población civil que la integra, ya que éstas permanecen en manos del Ejército.

El programa convertía la fiesta popular masiva del desfile de la milicia, algo tan alejado del ambiente ostentoso y elitista de los desfiles militares en otros lugares del mundo, en una caricatura militarista.

El periodista David Beriain reiteraba la supuesta politización del ejército venezolano, por la inclusión, en sus desfiles, del eslogan “Patria, socialismo o muerte”. Este periodista jamás se atrevería a calificar como “politizados”, por ejemplo, los desfiles de las Fuerzas Armadas españolas, a pesar de sus constantes proclamas a favor de la monarquía, régimen político protegido, hoy, por la censura mediática y por la inmunidad jurídica.

En Venezuela, en todos los actos populares masivos de este tipo, se distribuyen cientos de puestos de “buhoneros”, o vendedores ambulantes, que comercializan camisetas, libros o afiches revolucionarios. Pero, de los cientos de buhoneros, al programa solo le interesa entrevistar a quienes le sirven a su objetivo de ridiculizar o desmitificar el acto. Para ello, qué mejor que grabar a quien vende camisetas de Bin Laden junto a las del Che Guevara.

El reportero insinúa que en Venezuela, ahora, solo se venden libros de política revolucionaria, cuando –recordemos- lo que está filmando es un acto político-militar con público fundamentalmente afecto al gobierno, y por lo tanto cliente potencial de los buhoneros.

Y, finalmente, trata de ridiculizar la amenaza real de intervención en el país, al mofarse del discurso antiimperialista de varios campesinos.

La negación cínica del peligro exterior de Venezuela es repetida en la tertulia posterior en boca del profesor Rafael Martínez, investigador de la Fundación CIDOB, cuyo presidente es –ni más ni menos- el ex Secretario General de la OTAN Javier Solana (11): “Para resolver problemas interiores, (Venezuela se ha creado) enemigos por todo el mundo. Colombia es un enemigo, EEUU es un enemigo. Pero, ¿quién es el enemigo de Venezuela? ¿Dónde está el territorio venezolano amenazado? Si no hay la más mínima amenaza territorial…”

Es increíble que un supuesto “analista internacional” niegue las apetencias del poder económico, político y militar de EEUU en relación a las inmensas riquezas naturales de Venezuela, como el petróleo, el gas natural, la madera o el agua. Y que olvide la reciente instalación de 7 nuevas bases militares norteamericanas en Colombia, con lo que son ya 872 en 40 países del mundo (12).

El programa acusa reiteradamente de militarista al gobierno de Hugo Chávez por haber creado esta milicia. 

Para ello, en el video se incluyen 7 opiniones que avalan esta tesis, por ninguna que la refuta. En este terreno, una de las intervenciones más llamativas es la del alcalde opositor de Caracas Antonio Ledezma, que afima exactamente lo siguiente: “Chávez tiene una cabeza militarizada. (…) La idea de armar a la sociedad civil lo simplifican con la milicia. (…) Esto busca intimidar al pueblo”.

Quien realiza estas afirmaciones tiene una interesante biografía represiva. En 1989, cuando era Gobernador de Caracas, la Policía Metropolitana a su mando disparó contra la población indefensa que protestaba por el alza de precios de los productos básicos. Fue el llamado “Caracazo” (13). Mientras las cámaras de los medios internacionales apuntaban a la caída del Muro de Berlín, la ciudadanía mundial ignoraba los centenares de muertos a manos de la policía de Caracas dirigida por este individuo.

Ledezma también es uno de los responsables de la mascare de más de 200 reclusos del extinto Retén de Catia, cuando era Gobernador (14).

Nada de esto se nos cuenta en el video del grupo Prisa. Recordemos que, en 2009, el diario del mismo grupo El País situó a Antonio Ledezma como una de las cien personalidades iberoamericanas de mayor influencia e importancia (15). El hecho de que este veterano represor y cabeza principal de la derecha venezolana sea una de las figuras políticas más defendidas por El País nos da una idea de la menguada cuota de progresismo que le queda ya al grupo Prisa.

Acusación nº 4: ¿el gobierno actual es el culpable de la criminalidad?


La capital de Venezuela, Caracas, es una ciudad con altos índices de criminalidad y asesinatos. Esta realidad, que no es nueva y que es común a otras grandes urbes de América Latina, es utilizada por la oposición venezolana para culpabilizar al gobierno de Chávez. Esta es otra de las tesis del programa “Los guardianes de Chávez”.

David Beriain, guionista y conductor del programa, se acerca a uno de los barrios de clase media de Caracas, donde las urbanizaciones cuentan con vigilancia y muros de seguridad. Y lo cuenta como si esto fuera una novedad reciente, y no un fenómeno de décadas: “Alambre de espino, muros de seguridad, barrios enteros que se esconden detrás de defensas como ésta. Garitas, vigilancia privada, armas. La inseguridad ha cercado la vida de los caraqueños”. 
Este tratamiento informativo contrasta con el que Cuatro y el resto de medios del grupo Prisa dan al también grave fenómeno de violencia común en México o Brasil, en cuyas informaciones rara vez se menciona el nombre del presidente del país.

Max Römer, consultor de empresas y conocido antichavista, en la tertulia posterior al programa, reconoce que el problema es anterior a Chávez, pero se atreve a afirmar que en los 11 años de gobierno bolivariano se debía haber sido resuelto un problema de décadas: “En 11 años de gobierno se han podido resolver esas cosas. 11 años son 2,5 períodos (electorales) de la etapa de los 40 años (antes de Chávez). Son casi 3 periodos de un gobierno norteamericano y casi 3 de un gobierno español. Es muchísimo tiempo”.

El reportaje incurre en contradicciones flagrantes. Por ejemplo, se introduce, de la mano de la policía del municipio Sucre, en un operativo contra la delincuencia. Nos muestra una realidad dramática, cuasi bélica, y relaciona las cifras de víctimas por violencia común –tomadas todas de la prensa antichavista- con la gestión del gobierno nacional. Se lee en rótulos: “16.047 homicidios en 2009. 2 asesinatos por hora. El 91 % de los crímenes queda impune. 123.091 homicidios durante el gobierno de Chávez”.

Posteriormente, sin embargo, nos descubre que la policía de este municipio está a las órdenes de un alcalde antichavista, Carlos Ocáriz, que asegura que en su mandato la delincuencia se ha reducido. “Piense que en otras partes del país, sobre todo en Caracas, los homicidos suben, y aquí en Petare (barrio del muncipio Sucre) bajan”.

El periodista llega incluso a afirmar que la actual policía de Sucre es menos represiva que la anterior, es decir, cuando estaba a las órdenes del anterior alcalde chavista: “La oposición controla ahora el muncipio y se ha esforzado por mostrar una cara más amigable, menos represiva de las fuerzas del orden. Pero eso choca con años de corrupción, gatillo fácil e ineficiencia”.

Este análisis refleja un despiste histórico absoluto, y silencia la práctica de represión policial en estos barrios durante la llamada IV República, los 40 años de bipartidismo anterior a Chávez, con un saldo de miles de muertos, desaparecidos y torturados (16).

Todo el video es construido como un reportaje de guerra, con todos sus elementos de dramaturgia y puesta en escena: “Ya ven, chaleco antibalas, casco de guerra. No vamos a ninguna batalla ni a ninguna operación militar. Estamos con la policía de Sucre. Vamos a Petare, quizá el barrio más peligroso de todos”.

Y es que el actor principal de este teatro periodístico es David Beriain, un reportero que lleva años cubriendo escenarios de guerra en el mundo (17).

En todo esto, no puede faltar un montaje de escenas rápidas, al más puro estilo del cine de acción policial.

Este tipo de periodismo sensacionalista, con la mira puesta en la conquista de la audiencia, necesita de constantes autoalabanzas y reafirmaciones de un supuesto rigor informativo: “Yo, como periodista serio y riguroso que intento ser…”, se defiende Beriain.

En la misma línea, el director del programa, Jon Sistiaga daba síntomas, también, de sufrir de mala conciencia: “¿Exageramos al dar esta visión de esta Venezuela armada, crees que este periodismo es innecesario?”, le pregunta a la representante de la Embajada de Venezuela, también periodista, en la tertulia.

Exagerado o innecesario no son los adjetivos que definen con precisión este tipo de periodismo. Más bien deberíamos decir que es absolutamente parcial, que censura o ridiculiza las opiniones del bando mayoritario en la sociedad venezolana, que ignora elementos fundamentales en el oficio como el necesario contexto histórico y geográfico, y que defiende las posiciones de la minoría social más poderosa que, en los últimos años, ha visto peligrar sus intereses por el proceso liderado en Venezuela por el presidente Hugo Chávez.

Acusación nº 5: ¿existe cada vez mayor desigualdad en Venezuela?

El reportaje “Los guardianes de Chávez”, de los canales Cuatro y CNN Plus, difunde varios de los mensajes clásicos de la propaganda antichavista: que el presidente Hugo Chávez es culpable tanto de las altas tasas de delincuencia como de una supuesta militarización de la sociedad, y que sostiene a todo tipo de grupos armados dentro y fuera del país. 
El programa y la tertulia posterior dan voz monocorde a la oposición venezolana, que ofrece sus análisis a través de 13 políticos y periodistas. Por el bando bolivariano, solo una persona, participante de la tertulia, puede exponer mínimamente sus ideas. En el cuerpo del reportaje, las entrevistas a los partidarios del gobierno, en sus diferentes tendencias, son totalmente desnaturalizadas en la edición de video, con intenciones evidentes: vincular chavismo con violencia, y desprestigiar o ridiculizar las tesis bolivarianas.

El propio director del programa reconoce en la tertulia posterior al video, el desbalance absoluto del programa: “Kelly (Arean, representante de la Embajada de Venezuela en Madrid), creo que te has sentido un poco apabullada en esta mesa”.

Ante semejante desequilibrio informativo, las reiteradas apelaciones a su supuesto periodismo riguroso y crítico más parecen una expresión de mala conciencia: “Cuando decíamos que compartimos periodismo, es que compartimos periodismo crítico. (…) Coincidimos en el periodismo que nos gusta a ambos, periodismo crítico y necesario”, le decía Sistiaga a la periodista venezolana Kelly Arean. “Yo, como periodista serio y riguroso que intento ser…”, se defendía David Beriain en otro momento de la mesa posterior al video.

Para Jon Sistiaga, director del programa, su concepto de periodismo crítico es el de un periodismo ruidoso y sensacionalista, pero inofensivo para el poder económico y mediático. Un periodismo crítico sí, pero contra quienes han hecho frente al poder. En este caso, un proceso político, como el liderado por Chávez, que beneficia y moviliza a millones de personas antes excluidas de la sociedad venezolana y que ha tocado a grandes intereses económicos transnacionales, entre ellos los del propio grupo Prisa.

El programa es producido en colaboración con un equipo del canal Televen, y contiene todos los habituales argumentos contra el gobierno de los medios de oposición de Venezuela. Una mesa plagada de periódicos, todos radicalmente antichavistas, que aparece frente al reportero en una de las escenas del video, es la imagen que simboliza tanto la composición del panorama mediático venezolano como el cuadro de fuentes de información empleadas en el programa.

No es extraño, por tanto, que el periodista David Beriain refleje de una manera tan reduccionista cuáles son los “temores” de la sociedad venezolana: ”Ese es el miedo que existe en la calle, que no estoy hablando yo, yo como periodista recojo, en la calle existe ese temor”.

Uno de los mensajes en la estrategia de los medios venezolanos es el de desmentir una de las realidades sociológicas más incontestables: el apoyo de los sectores más pobres al presidente Chávez. El mensaje es recogido por el programa en varias ocasiones: “Otro opositor que quiere romper el mito de que los barrios pobres son patrimonio chavista es Carlos Melo”. “Petare es territorio opositor. Quizá la primera gran barriada popular que pierde el chavismo, rompiendo así el mito de que los pobres votan a Chávez y los ricos contra Chávez”.

Si atendemos a las palabras literales del periodista -que este barrio rompe “el mito de que los pobres votan a Chávez”- deberíamos recordar que en la última elección presidencial, en diciembre de 2006, Hugo Chávez ganó por el 53,58 % de los votos en la barriada de Petare (18). Es cierto que, en las elecciones municipales de 2008, hubo un voto de castigo a la deficiente gestión del equipo local, y las fuerzas bolivarianas fueron derrotadas. Pero ésta es una situación excepcional en el país, donde la inmensa mayoría de las barriadas votan a las candidaturas de izquierda.

El programa, siguiendo otra de las líneas del discurso de la oposición venezolana, trata de desprestigiar los programas sociales y de reducción de la pobreza durante el mandato de Chávez. David Beriain dice: “Zonas como este barrio han sido el destino de las llamadas misiones, las obras sociales del gobierno revolucionario. 

El esfuerzo en salud, en educación y en vivienda es grande, pero ni todo el dinero del petróleo venezolano ha conseguido paliar los años de abandono y la corrupción generalizada”. “Venezuela ha ingresado 900.000 millones de dólares de ingresos petroleros. (…) Parece, o se habla -al menos cuando yo estuve en Venezuela lo oí- de ciertas oportunidades perdidas”.

Según la CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de Naciones Unidas, la pobreza en Venezuela bajó de un 49,4 % en 1999 a un 30,2 % en 2006, mientras que la indigencia o pobreza extrema pasó del 21,7% al 9,9% en el mismo período (19). Datos recientes ubican la extrema pobreza en el 7,2% de la población (20).

Las misiones sociales del gobierno en alimentación, salud, educación, desarrollo económico local, cultura o deporte han sido la clave para que Venezuela haya alcanzado casi la totalidad de las llamadas Metas del Milenio establecidas por Naciones Unidas para 2015 (21). Por mencionar solo un dato, en 2005 Venezuela, gracias a la Misión Robinson, desarrollada con asesoramiento de Cuba, fue avalada por la UNESCO como país sin analfabetismo (22).

Para Max Römer, tertuliano antichavista calificado por el presentador como “maestro de periodistas”, todos estos avances sociales son solo limosnas, “dádivas”: “¿En qué consiste el régimen? En un proceso de dádivas permanentes desde el gobierno central”.

En la mesa de la tertulia, uno de los intervinientes miente claramente al afirmar que la desigualdad es cada vez mayor en Venezuela: “En Venezuela el mayor problema, aparte de la pobreza, es la desigualdad. Las diferencias existentes –que es un problema que también tiene Chile, pero en Venezuela es donde más se acusa-, la diferencia entre los pobres y los ricos es cada vez más grande”.

Esto es algo que desmienten diversos informes internacionales. El Coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de un país, bajó de 0,48 a 0,39 en el período de gobierno de Chávez, ubicando a Venezuela como el país de la región, de los registrados en la estadística, con menor desigualdad (23).

El programa elige un hospital con notorias deficiencias y falta de insumos para tratar de echar por tierra los avances en el conjunto de la salud pública en Venezuela.

Uno de los saltos más espectaculares que ha dado Venezuela en materia social ha sido en el campo de la salud pública. Gracias a la misión Barrio Adentro, desarrollada desde 2003 en cooperación con Cuba, la situación de la atención sanitaria ha cambiado radicalmente: del 22 % de la población con acceso a la salud, se ha pasado al 95 %, se han creado más de 6.000 consultorios populares; de 5.000 cirugías oftalmológicas al año, se ha pasado a casi 150.000; y de una media de 20 médicos por cada 100 mil personas, a 76 (24) (25).

Estas cifras explican la popularidad en el país del presidente Hugo Chávez. Por su rareza y excepcionalidad, deberían pasar a la agenda informativa internacional. Pero, desgraciadamente, ésta depende de la decisión de quienes, hoy por hoy, dirigen la guerra mediática contra el proceso bolivariano en Venezuela.

Y acusación nº 6: ¿Chávez controla los medios de comunicación?


En los últimos tiempos, varios de los medios venezolanos rabiosamente antigubernamentales han moderado su discurso, en una estrategia por ganar la credibilidad perdida.

En esta línea, el reportaje “los guardianes de Chávez”, producido por los canales Cuatro y CNN Plus, realiza una apología de un supuesto centrismo político, de un talante de diálogo y tolerancia alejado de los extremos de izquierda y derecha.

El programa habla de que ha tratado de acercarse a “algunas de las minorías armadas” de ambos bandos: “Son una minoría los que de uno y otro lado tiran de esta cuerda a punto de partirse. Hemos querido conocer algunas de esas minorías armadas”

Sin embargo, bandas de extrema derecha o de sicarios pagados por terratenientes ni son mencionados en el video. Las “minorías armadas” del reportaje son de un solo bando.

Este “diálogo nacional” que supuestamente defiende el programa ignora la práctica política, en estos últimos años, de la oposición, de los medios de comunicación privados y del gran poder económico de Venezuela quienes, en defensa de sus intereses, han negado cualquier diálogo con el gobierno, han organizado un golpe de estado, planes de magnicidio y numerosos episodios de guerra económica.

Pero el programa trata de convencernos de que existe una posibilidad de dialógo plural en Venezuela, representado, curiosamente, por dos factores de la oposición antichavista. Uno, un medio de comunicación privado, Televen, con quien la cadena de Prisa ha producido este programa, y al que presenta como garante de la pluralidad porque, de manera marginal, da voz a una diputada chavista. “Se llama ´Entre periodistas´ –nos dice Beriain-, un espacio de debate de la cadena Televen. Es el único programa de televisión, periodístico, donde oposición y chavismo comparten”.

Otro de los supuestos garantes del diálogo nacional es Óscar Ocariz, alcalde de Sucre, uno de los candidatos de la derecha venezolana, del que el programa hace apología abierta: “El alcalde de Petare (sic) es este joven, Carlos Ocariz, dice que se ha ganado a la gente porque se ha dejado de tanta política y de tanta polarización y se ha ocupado de las soluciones. (…) Por eso el discurso centrista de Ocariz resulta hasta chocante”. “De los dos lados hay polarización, de los dos lados hay radicales”, completa Ocariz.

Es curioso que se presente como moderado a un dirigente de Primero Justicia, partido que participó intensamente en el intento de golpe de estado de 2002 (26).

La propaganda del modelo de libertad de prensa y pluralismo informativo que supuestamente garantizan los grandes medios privados, como la cadena Cuatro, se repite una y otra vez a lo largo del programa. Dice en la tertulia Rafael Martínez, profesor e investigador de la Fundación CIDOB: “Tengo la libertad de cogerla (la información) o rechazarla. Porque tengo un medio que me ofrece una cosa, y otro otra y otro otra. Y yo desde mi libertad, como me están socializando -porque me están bombardeando con información-, yo recibo la que quiero y la que no la desprecio. El problema es cuando alguien no me lanza información para que yo la filtre, sino que me impone información, y me dice que ésa es la verdad oficial y que no existe otra verdad fuera de ella”.

Esta pluralidad informativa no existe en el mundo, donde los medios son controlados por el gran capital privado que excluye informaciones y opiniones que pongan en cuestión el modelo capitalista. Pero, tal como hemos demostrado, tampoco es practicada por el programa, ni por los medios de comunicación privados de Venezuela, en su inmensa mayoría contrarios al gobierno. Pero el programa, mintiendo descaradamente, llega a afirmar que Chávez controla los medios en Venezuela.

En un rótulo se lee: “Chávez controla 5 de los 8 canales de televisión”. Esto es absolutamente falso. En Venezuela existen más de 90 periódicos, unas 60 televisiones y más de 500 radioemisoras que, en su inmensa mayoría, ofrecen información y opiniones contrarias el gobierno (27). Es cierto que en los últimos años se han creado varios medios públicos, y que se han multiplicado los medios comunitarios no estatales, espacios ambos donde se plasma información sobre la política social gubernamental y donde tiene espacio la izquierda venezolana. Pero, frente a los grandes medios privados de oposición, siguen ocupando una parte minoritaria del espectro mediático.

Esta visión caricaturizada del pluralismo se extiende también, en el programa, al concepto de democracia. Uno de los contertulios lo confiesa finalmente: la única democracia posible es la democracia liberal. “Que no me intente convencer (Chávez) de que ése es un modelo democrático, de democracia liberal, porque no lo es”, afirma Rafael Martínez.

En este ámbito, hay que señalar que, frente a la imagen de autoritarismo político que transmiten los medios, Venezuela ha ensayado figuras de democracia participativa desconocidas en el mundo, como los Consejos Comunales, que dan poder directo a las comunidades. Mientras, la democracia liberal que propagandiza el profesor otorga todo el poder de las decisiones a una élite empresarial que nadie ha elegido (28).

Este mismo contertulio favorable a la “democracia liberal” quien, recordemos, trabaja para la Fundación CIDOB, presidida por el ex Secretario General de la OTAN Javier Solana, se destapa políticamente al hacer una poco sutil legitimación de la intervención de EEUU en Irak en base a un supuesto peligro a su soberanía. 

Está hablando de la milicia popular (reserva militar) de Venezuela: “Seguro que habréis visto reservistas en Bagdad. EEUU manda muchos a Bagdad a líneas que no sean calientes. El problema es: ¿(los reservistas de) Venezuela a dónde (los va a enviar)? ¿Contra quién se está armando Venezuela, qué país está poniendo en peligro la soberanía venezolana?”

No sabemos si estas palabras produjeron alguna sacudida interna al director del programa, Jon Sistiaga, quien en 2003 vio morir en Irak a su compañero, el cámara José Couso, por el disparo de un tanque de las tropas de ocupación de EEUU (29). “Lo último que te esperas es que el peligro vaya a venir de los tanques de EEUU”, afirmaba Jon Sistiaga tras aquel suceso, otorgando la legitimidad de “fuego amigo” a los asesinos de su compañero (30). Hoy, él y su compañero David Beriain practican el “periodismo crítico”, es decir, aquel que respeta a invasores y poderosos para demonizar a quienes, en todo el mundo, y de múltiples formas, les hacen frente.

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Vista hacia el norte-Unet.Pantalla

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Vista al sur. Tribuna Sur

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Vista Tribuna Central-Popular

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Tribuna Principal

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El gramado, una "alfombra"

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Fachada